Cada 8 de mayo, se celebra el Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Le fecha elegida es la del nacimiento de Henry Dunant, fundador de este Movimiento Internacional como lo es Cruz Roja / Media Luna Roja y que pasó de millonario a mendigo, habiéndosele distinguido con el Premio Nobel de la Pazen 1901 en una candidatura conjunta.
Hace más de 150 años, inspirado por el drama de los heridos en los campos de batalla de Solferino (norte de Italia) en 1859, Henry Dunant escribió el libro “Recuerdo de Solferino”
y a raíz de ese testimonio reflejado en las páginas del libro, trabajó para que:
se formulara un tratado por el cual se obligase a los ejércitos combatientes a prestar asistencia a todos los soldados heridos y
se fundasen Sociedades Nacionales que asistiesen a los ejércitos en la ayuda a los servicios sanitarios de los ejércitos.
Un año después de la fundación del Movimiento internacional de Cruz Roja y de la Media Luna Roja, se firman progresivamente en la ciudad suiza de Ginebra “Los Convenios de Ginebra” que regulan el Derecho Internacional Humanitario (DIH). Los cuatro Convenios de Ginebra y sus Protocolos adicionales tratan sobre:
el mejoramiento de la suerte que corren los militares heridos en los ejércitos en campaña
el mejoramiento de la suerte de los militares heridos, enfermos o náufragos en las fuerzas armadas en el mar
la suerte de los heridos y enfermos de los ejércitos en campaña y el Convenio de Ginebra relativo al trato de los prisioneros de guerra,
la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales.
la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional.
la adopción de un emblema distintivo adicional.
Trasladándonos a varios conflictos actuales, como pudieran ser el de Siria, Yemen o Mali, observamos como en los últimos días / meses el Derecho Internacional Humanitario no es respetado y se sigue atacando edificios como hospitales o centros sanitarios y al personal que presta ayuda en estos lugares o directamente a las personas heridas.
Con el paso de los años el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja ha ido creciendo hasta convertirse en la red humanitaria internacional más grande del mundo que presta asistencia a millones de personas en todos los países.
En el caso de España, Cruz Roja Española, forma parte de ese grupo de Sociedades Nacionales pioneras y en 1863 una representación española estuvo entre las catorce naciones que asistieron a la Primera Conferencia Internacional, y fue la séptima nación que en 1864 se adhiere al Primer Convenio de Ginebra.
En 1872, apenas 8 años después de su creación, Cruz Roja Española, interviene por primera vez en un conflicto bélico, con motivo de la Batalla de Oroquieta (Navarra) en las Terceras Guerras Carlistas.
A día de hoy, tanto para la Federación Internacional como para todas las sociedades nacionales de Cruz Roja y Media Luna Roja, la pandemia provocada por el #Covid19 sin lugar a dudas está suponiendo un reto global de movilización de recursos y personal para paliar las necesidades sanitarias y básicas de las personas más vulnerables. En el caso de Cruz Roja Española se elaborado el Plan Cruz Roja Responde para hacer frente a la crisis social y económica que está generando.
A todas las personas que formamos parte de esta organización internacional y a todas las personas simpatizantes, ¡¡Feliz Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, también en tiempos de pandemia!!
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Durante estos días se conmemora el 150 aniversario de la Fundación de Cruz Roja Española #CruzRoja150 y este evento que ocurre tan pocas veces en la vida de uno, me lleva a reflexionar y a poner en orden algunos de los hitos mas significativos de mi relación e involucración con Cruz Roja.
Son muchas las actividades, exposiciones, encuentros, reflexiones, concursos, homenajes, iniciativas que se están llevando a cabo por toda la geografía española, dada la presencia de Cruz Roja a través de su extensa red territorial.
Cruz Roja Española es una organización en permanente evolución y adaptación a la realidad. En los últimos años ha consolidado la intervención social con los colectivos vulnerables (personas mayores, refugiados e inmigrantes, afectados de SIDA, drogodependientes, infancia y juventud, población reclusa, discapacitados, mujeres en dificultad social), y por otro lado ha experimentado un espectacular incremento de los programas internacionales (cooperación al desarrollo, ayuda humanitaria, cooperación institucional) que ha supuesto un importante incremento de los recursos humanos y materiales dedicados a este ámbito.
Según los datos provisionales de la Memoria de 2013, existen:
1.987 Puntos de Atención directa
674 Asambleas Locales,
52 Asambleas Provinciales
17 Asambleas Autonómicas
2 Asambleas de Ciudades Autónomas
El número de usuarios de intervención social que han recibido apoyo específico por causas relativas a la crisis socio-económica han ascendido a 1.685.650, lo que supone un 17 % más, que en el año 2012.
Quiero compartir esta “línea del tiempo” o cronología interactiva, con los principales hitos sobre estos intensos años de Cruz Roja Española marcados por su acción humanitaria en todo momento.
Y puesto que Cruz Roja está integrada por cientos de miles de personas tanto aquí como en todo el mundo, yo quiero hacer mi particular reflexión y de alguna forma, resumir con ciertas pinceladas personales los 37 años, de estos 150 años de historia de Cruz Roja, que llevo involucrado en la organización.
Como contaba en una entrada anterior, mis inicios en Cruz Roja se remontan a 1977 en Pontevedra, en mi caso particular me sentí atraído por participar en un curso de socorrismo y primeros auxilios. Este tipo de cursos te habilitaban para poder auxiliar a personal de enfermería y médicos que solían atender los Puestos de Primeros Auxilios que se habilitaban de forma permanente o específicamente en grandes aglomeraciones de público.
Si quieres saber más detalles, este es el enlace a mis orígenes.
Tras varios años como voluntario, en dónde principalmente estuve involucrado en actividades que en aquel momento llamábamos de “Acción Social”, fui adquiriendo distintas responsabilidades, hasta ser elegido Director Provincial de Cruz Roja Juventud de Pontevedra.
De ese periodo en particular, lo que mejor recuerdo es haberme empeñado en organizar la estructura local de Cruz Roja Juventud en Vigo, Vilagarcía de Arousa y Pontevedra. También recuerdo con especial cariño el haber constituido los llamados “Comités Escolares” en Torneiros – Porriño.
Tengo que agradecer, el haber contado con la ayuda en el equipo de una incondicional como es Mª Carmen Villanueva Pérez, pero por supuesto, hay otras personas destacadas en aquellos equipos que éramos de jóvenes bien intencionados y atrevidos como: José María Vilaboa Ramos, Heraclio Besada Iglesias, Antonio Millares Jorge, Jaime Bará Viñas, José Luis Fontán Montes, Juan Carlos Pérez Santiago y tantos otros que principalmente hoy todavía nos relacionamos en torno al grupo de Facebook “Yo también estuve en CRJ-Pontevedra”.
Participábamos en la amplia oferta de cursos de formación (monitores, animadores, acción social, socorros y emergencias, prevención de drogas, primeros auxilios y socorrismo, aire libre, etc.) que desde la propia Cruz Roja se organizaban y también preparábamos unos cuantos para los nuevos integrantes de Cruz Roja Juventud de Pontevedra, así como encuentros con miembros de Cruz Roja Juventud del resto de las provincias de Galicia.
Quizás una de las actividades que más me llamó la atención en aquella época, fue la acogida que tuvimos que dar a un grupo importante de refugiados procedentes de Laos, que tras la guerra civil en su país habían tenido que abandonar sus pueblos y pertenencias y que habían sido trasladados a la provincia de Pontevedra en la primavera de 1980 (en otro momento será objeto de una entrada específica en este blog).
Dado que en el instituto había estudiado inglés, y que tenía una cierta facilidad para ese idioma, tuve la inmensa suerte de haber sido seleccionado para participar en intercambios internacionales en diferentes países: Hungría, Francia, Mónaco, República Federal Alemana, Reino Unido, Egipto, etc. y también para atender a delegaciones que nos visitaban procedentes de Egipto, o un grupo de 250 niños palestinos que vinieron a pasar un mes de vacaciones en 1982, para tener un poco de alivio en las duras condiciones en las que vivían en el Campo de Refugiados Palestinos de Yarmouk en Siria. Pulsa aquí si quieres ver más detalles.
Íbamos creciendo y adquiriendo otras responsabilidades y años más tarde fui elegido Director Autonómico de Cruz Roja Juventud de Galicia.
Eran momentos de transición y en los que empezaban a aflorar en todos los ámbitos, los Comisiones Gestoras que posteriormente se constituirían en los Consejos de Juventud. Recuerdo haber participado muy activamente en sentar las bases para la constitución del Consello da Xuventude de Galicia (CXG) hoy de nuevo en proceso de reconstitución, y como representante del Consello tuve oportunidad de participar en 1994 en la Constitución del Consejo de la Juventud de España (CJE).
En 1985 se convoca una vacante de Coordinador de Actividades en la Oficina Central de Cruz Roja Juventud a la que me presento y de la que resulto elegido. En aquel momento pasaba a dar otro paso importante, el paso de voluntario a personal remunerado.
En aquel momento, presidía Cruz Roja Española Enrique de la Mata Gorostizaga y el Departamento Central de Cruz Roja Juventud estaba compuesto por José Antonio Sotelino Ferrás, como Director; Estrella Rodríguez Pardo como Subdirectora; Pedro García Dévora como Secretario; Miguel Ángel Pérez Nava, como responsable del Programa de Jóvenes Emigrantes (segunda generación); Joaquín Cabeza de Vaca Nieto, como colaborador y en la Secretaría estaban Mª Teresa Fontán Adanero; Menchu Jiménez González; Judit Alonso Sperotto y Mª Sol Nuñez Miranda. Años más tarde y seleccionada por mi se incorporó Mª Antonia Jiménez Milla.
Para mi supuso todo un reto incorporarme a ese equipo de trabajo, cambiar “el chip” de voluntario a personal remunerado y por supuesto crear cauces de participación entre nuestra amplia red territorial, con otras Sociedades Nacionales de Cruz Roja y Media Luna Roja y con otras organizaciones juveniles.
De nuestra participación en el Consejo de la Juventud de España y con otras organizaciones, en el año 1989 tuve oportunidad de asistir al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que se celebraba en Pyongyang (Corea del Norte). Pulsa aquí para más detalles.
Posteriormente hubo otras rotaciones en el Departamento de Juventud, y Estrella Rodríguez Pardo, sucede a Pedro Antonio Muñoz Gallo como Directora. Y con ella, se designa a Jaime Gregori Soler como Subdirector.
Se diseña el Programa de Educación para la Convivencia, más conocido como “PEC”, se lleva a cabo la atrevida campaña sobre derecho a la educación sexual y el Departamento Central se refuerza con personas como Reyes Matamala Rodríguez, Yolanda Bernárdez Morales, Enrique Torguet Ramos, Mª Carmen Villanueva Pérez, Leocadio Salmerón Manjavacas, Óscar Palomo Ortega y un largo etc.
En la red territorial de Cruz Roja Juventud se pone en marcha un programa de becas para reforzar el trabajo profesional con personal técnico y se fomenta la contratación de los mismos en las distintas oficinas provinciales para que refuercen la capacidad de la organización.
Tras mi paso por Cruz Roja Juventud, he tenido la oportunidad de pasar por diferentes Departamentos y gracias a las gestiones y mediaciones de Rosa Marta Lobo González me incorporo al de Cooperación Internacional. A los pocos meses de mi presencia en este Departamento, corría el año 1994, tuve la oportunidad de desplazarme a la República Democrática del Congo (antiguo Zaire) para hacer efectiva la entrega de la ayuda de Cruz Roja a los refugiados ruandeses desplazados a la zona de Kibu Norte y Goma, así como para identificar proyectos que dieran respuesta a las necesidades de aquella población, que habían sobrevivido al genocidio de Ruanda. Esta misión tuve oportunidad de hacerla de la mano de mi compañero y amigo Pedro M. García Dévora. Si quieres ver más detalles, pulsa este enlace.
Imagen del asentamiento de Kibumba al norte de Goma. En este asentamiento vivían más de 300.000 refugiados ruandeses.
Poco después, llegaría otra misión en el Sáhara Occidental, para hacer efectiva y entregar a la Media Luna Roja Saharaui el material que distintas organizaciones habían donado para aquella población que vive en distintas wilayas en las proximidades de Tinduf (Argelia).
En la primavera de 1995, tras una intensa y concienzuda preparación de la mano del Director Ejecutivo del Departamento de Cooperación Internacional, Manuel Fernández Gómez, soy enviado por la Federación Internacional de Sociedades Nacionales de Cruz Roja y Media Luna Roja como Delegado de Socorros a Benguela (Angola).
Como apunte, indicar que durante ese año 1995 Cruz Roja Española solamente tenía a dos delegados desplegados en el terreno, Leocadio Salmerón Manjavacas en Costa de Martil y yo en Angola.
Mi estancia de casi dos años de duración en Benguela merecerá varias entradas en este blog en los próximos meses, pero si puedo decir, que sin lugar a dudas se ha tratado de la experiencia más intensa y más completa que he vivido en Cruz Roja y en mi vida.
El cometido en Angola, era proporcionar asistencia a los cientos de miles de desplazados angoleños, por causa de la guerra civil vivida. Había que proveer de asistencia humanitaria; distribuciones alimentarias; distribuciones de aperos de labranza, de semillas, de alimentos, de ropa, enseres, de medios de vida y garantizar el funcionamiento de una red de puestos y centros de salud en el sur del país.
Mapa de Angola. Benguela situada en la costa, a unos 500 kilómetros al sur de Luanda.
La situación en Angola ni era de conflicto abierto ni de paz estable, por lo tanto todo era muy frágil, muy inseguro, muy débil y las consecuencias de aquel conflicto interno habían provocado cientos de miles de desplazados, que eran el objeto de atención de la Federación y de la Cruz Vermelha de Angola.
En esta entrada podrás leer sobre mi incorporación y llegada a Angola, pulsa aquí.
Carreteras de Angola. Destrucción de puente como consecuencia de la guerra
A mi regreso de Angola, en 1997 me incorporo de nuevo al Departamento de Cooperación Internacional, que pronto estuvo dirigido por Mercedes Babé Romero y pasé a ocuparme como responsable del área de los Balcanes, Cáucaso y Asia Central. Una vasta zona geográfica en la que apenas había cooperación estable por parte de Cruz Roja Española. Lo más significativo de aquel período, fue la creación de un equipo de trabajo, a raíz del último episodio violento en esa zona, como fue la guerra en Kosovo y toda la repercusión que tuvo en los países vecinos: Albania, ARY de Macedonia, Bulgaria, Serbia, Bosnia y Herzegovina, Croacia.
Otro de los hitos importantes fue la ejecución de proyectos en el Cáucaso, particularmente en Georgia y en Asia Central, principalmente en Tayikistán.
Si quieres, puedes ver más detalles sobre mis inicios en este periodo balcánico, pulsando aquí.
Por supuesto no me puedo ni quiero olvidar del amplísimo equipo de cooperantes (delegados/as) en el terreno, situados en países tan distantes como Albania y Tayikistán, pero por ser un grupo muy numeroso y una actividad muy variada y compleja será objeto de otras futuras entradas en este blog.
Tras esta intensa experiencia internacional, en 2006, paso a formar parte del equipo de Restablecimiento de lazos familiares y Servicio Social Internacional (SSI), en el Departamento de Intervención Social, cuya gestión Cruz Roja Española asumía en España en ese momento. Por lo tanto, mi trabajo pasa a ser más «doméstico», sin perder la perspectiva internacional.
Por no prolongar más esta particular cronología de mis 37 años involucrado en Cruz Roja Española, comentar que posteriormente me hice cargo del Programa de Personas Mayores de Cruz Roja Española y en la actualidad, me ocupo del Programa de Lucha contra la pobreza y exclusión social.
Por ilustrar parte del trabajo que llevo durante el año, aquí tienes el enlace a dos campañas que se están llevando a cabo:
“Por una mirada solidaria”, en colaboración con la Fundación Multiópticas:
Y “Vuelta al cole solidaria”, con la Fundación Solidaridad Carrefour, pinchando aquí.
¡¡Feliz 150 aniversario a Cruz Roja Española y que siga cumpliendo con su mandato humanitario muchos años más!!
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En estos días, aunque con menor intensidad, Haití vuelve a la palestra, y a ser foco informativo con motivo del séptimo aniversario del devastador terremoto de más de 7 grados en la Escala de Richter, ocurrido el 12 de enero de 2010 y cuyo epicentro se situó a apenas 15 kilómetros de su capital Puerto Príncipe.
Este seísmo, fue el más fuerte registrado en la zona desde 1770 y percibido en países cercanos como la República Dominicana, Cuba y Jamaica.
Los efectos causados sobre este país, el más pobre del continente americano, fueron devastadores. Los cuerpos recuperados a fecha de 25 de enero de 2010 superaban los 150.000, calculándose que el número de muertos excedería los 200.000. Los datos definitivos de los afectados fueron dados a conocer por el primer ministro haitiano Jean-Max Bellerive en el primer aniversario del seísmo, el 12 de enero de 2011, conociéndose que habían fallecido 316.000 personas, 350.000 más quedaron heridas, y más de 1,5 millones de personas se quedaron sin hogar, con lo cual, es una de las catástrofes humanas más graves de la historia
Consecuencias del terremoto de Haití
Según los Informes de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de 2010 y 2014 , respectivamente, debemos recordar que en 2010, Haití ocupaba el puesto 145, sobre un total de 169 países, en la clasificación del Índice de Desarrollo Humano, formando parte del grupo de países con Desarrollo Humano Bajo. Estaba situado entre Senegal y Angola.
En 2014, Haití cayó hasta el puesto 168, sobre un total de 187 países, situándose entre Togo y Afganistán.
Algunos datos significativos registrados en 2010 son:
Elaboración propia
Con aquellos indicadores y realidad, no es de extrañar las gravísimas consecuencias de ese terremoto.
Seguro que la mayoría, aún tenemos en la retina la imagen del Palacio Presidencial parcialmente destruido en Puerto Príncipe, que sirve como metáfora de la destrucción de una parte importante del país.
Una catástrofe natural como lo es un terremoto, un ciclón, un huracán, etc. no tiene las mismas consecuencias dependiendo del lugar dónde ocurra, ni afecta por igual a toda la población y esto tiene que ver con el grado de desarrollo de esa sociedad, con sus capacidades, con su vulnerabilidad, términos que según el Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo de laUniversidad del País Vasco y Hegoa se definen como:
Capacidad son las opciones que una persona puede elegir de cara a realizar acciones o alcanzar estados de existencia con los que conseguir el bienestar o afrontar un desastre.
Desastre es una “grave perturbación del funcionamiento de la sociedad, que causa amplias pérdidas humanas, materiales o medioambientales, que exceden la capacidad de la sociedad afectada para afrontarla utilizando sólo sus propios recursos” (UNDHA, 1993:21). Esta perturbación suele estar concentrada en el tiempo y el espacio. El desastre se produce como consecuencia de un proceso de crisis que es desencadenado por una catástrofe, al actuar sobre una determinada situación de vulnerabilidad preexistente, cuando la comunidad o sectores afectados no disponen de las capacidades necesarias para ejecutar las estrategias de afrontamiento con las que resistir a tal proceso. De esta forma, la interrelación entre tales factores se podría expresar con la siguiente fórmula:
Desastre = vulnerabilidad + catástrofe
Vulnerabilidad es el nivel de riesgo que afronta una familia o individuo a perder la vida, sus bienes y propiedades, y su sistema de sustento (esto es, sus medios de vida) ante una posible catástrofe. Dicho nivel guarda también correspondencia con el grado de dificultad para recuperarse después de tal catástrofe (Pérez de Armiño, 1999:11).
El actual concepto de Desarrollo se sitúa en la preocupación por la erradicación de la pobreza o, en un sentido más amplio, el desarrollo social, y la especial atención a las personas como destinatarios principales de los beneficios del desarrollo, pueden señalarse como las principales características y novedades que comparten las conclusiones de sucesivas conferencias internacionales.
La respuesta internacional no se hizo esperar, aunque es verdad que por parte de los estados hubo más anuncios de contribuciones económicas, de las que realmente se produjeron o materializaron.
En España la respuesta por parte de las ONG fue inmediata gracias a cientos de miles de aportaciones de las donaciones de particulares, empresas, fundaciones y administraciones y en muchos casos las intervenciones han tenido en cuenta el Enfoque Basado en Derechos Humanos (EBDH) como piedra angular de sus respectivas estrategias de intervención de cooperación, lo que se traduce en el refuerzo de sus aportaciones priorizando:
Sobre las personas y ciudadanía en general afectada por la catástrofe, que son la razón de ser de la cooperación y a los que deben ir dirigidas las actuaciones. El EBDH contribuye a situarlos en el centro de las intervenciones, como protagonistas que deben tomar sus decisiones y dotar de contenido sus derechos.
Sobre las políticas y planes de desarrollo de los países en los que se llevan a cabo actuaciones. Normalmente éstas se llevan a cabo a través de la organización nacional contraparte que es la que debe tener interlocución con las instituciones nacionales.
A título de ejemplo, quiero destacar el trabajo y la labor efectuada por Cruz Roja Española en Haití, con el despliegue de personal nacional e internacional para poder hacer llegar acción humanitaria desde el primer momento como la distribución de agua potable, saneamiento y promoción de higiene en los campos de desplazados en Puerto Príncipe.
Durante los días posteriores al terremoto, Cruz Roja comenzó a trabajar para proveer agua potable y saneamiento, letrinas y otras pequeñas infraestructuras a 22 campos de desplazados, llegando a cubrir las necesidades de más de 100.000 personas. A día de hoy, se continúa trabajando para que la población tenga acceso regular al agua potable.
Tras la catástrofe, y habiendo dado respuesta a las necesidades más urgentes, se han desarrollado más de 60 proyectos englobados dentro de su Plan de Acción 2010 – 2015 en Haití, con los que se ha mejorado la situación de la población. Uno de estos proyectos se trata de la construcción de más de 4.400 alojamientos progresivos (viviendas) en 14 comunidades de Léogâne.
Por otro lado, se ha realizado la rehabilitación y construcción de distintas infraestructuras sociales tales como centros de salud y escuelas en zonas muy vulnerables, y algunas de muy difícil acceso. En total, se han construido o rehabilitado un centro de salud y 10 escuelas en Léogâne y Jacmel y otras dos se finalizarán durante 2016.
La escuela «Lycée Anacaona», inaugurada el 5 de diciembre de 2014 es una de ellas, y destaca por ser el único centro público de Educación Secundaria en todo Léogâne, dotado de 26 aulas con capacidad para un total de 2.600 alumnos. Además, se ha construido un centro de salud en Léogâne.
También, se ha trabajado en la recuperación de medios de vida como la agricultura o el apoyo a emprendedores para lograr el desarrollo económico y mejorar las capacidades productivas y de generación de ingresos de la población afectada por el terremoto, más de 10.000 personas han visto mejorados sus medios de vida gracias a este proyecto.
Otro de los proyectos está basado en la capacitación de las familias para que estén mejor preparadas ante futuras catástrofes. Este proyecto, realizado con el apoyo de ECHO (Oficina de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea), pretende empoderar a las comunidades para que sean capaces de actuar antes, durante y después de un desastre.
El Plan de Acción también contempla la formación en la prevención de enfermedades como el cólera a través de la Promoción de hábitos de higiene, proyecto que ha beneficiado a alrededor de 19.000 personas y que se extendió hasta el mes de noviembre de 2015.
Se sigue trabajando de cara al futuro con un convenio con la AECID para garantizar el acceso al agua y saneamiento en el sudeste del país.
Otro aspecto importante es el desarrollo y fortalecimiento de su contraparte con apoyos técnicos y materiales, la Cruz Roja Haitiana, que se ha consolidado en el país y que centra su actividad en tres pilares: donación de sangre, salud y preparación ante desastres.
Y como bien decía el gran Forges en sus viñetas «Pero no te olvides de Haití» y yo añado, ni de los refugiados, ni de Nepal, ni de Siria ni de otros tantos conflictos o situaciones humanitarias que requieren de una acción inmediata.
Referencias:
Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo de la Universidad del País Vasco y Hegoa
Hace unos días he tenido la oportunidad de escuchar en el programa Nómadas de Radio Nacional de España, el relato de un viaje entre Luanda y Benguela en Angola, viaje que durante dos años he tenido que hacer al menos una vez al mes, en cada sentido. Esto ha traído a mi cabeza los recuerdos de mi primer viaje entre ambas ciudades. A continuación puedes leer los detalles, tanto de mi llegada a Luanda como de mi instalación en Benguela.
Tal y como indicaba en mi entrada del pasado 3 de julio, en la primavera de 1995, tras una intensa y concienzuda preparación (“briefing”) de la mano del Director Ejecutivo del Departamento de Cooperación Internacional de Cruz Roja Española, Manuel Fernández Gómez, y en Ginebra, soy enviado por la Federación Internacional de Sociedades Nacionales de Cruz Roja y Media Luna Roja (Federación) como Delegado de Socorros a Benguela (Angola).
En aquel momento, la Federación había lanzado el Llamamiento Internacional 01.13/95 a favor de la población desplazada dentro del país.
La guerra civil de Angola fue la más prolongada de África, y había dejado arrasado el país. A pesar de la firma de los acuerdos de paz en Lusaka (Zambia) en noviembre de 1994, había una población cercana a los cuatro millones de personas (de un total de diez) que todavía requerían asistencia humanitaria, dado que la economía había sido completamente destruida y el caos predominaba en la mayor parte de las provincias. Con este Llamamiento, la Federación, a través de la Cruz Roja de Angola (Cruz Vermelha de Angola – CVA) quería expandir sus programas de asistencia a favor de 150.000 desplazados en once provincias; tomar parte en una iniciativa de Naciones Unidas sobre prevención de las consecuencias de las minas antipersona y fortalecer la capacidad operativa de la CVA para su futuro trabajo de rehabilitación y de socorros.
Recopilación de material de guerra en Huambo
El plan de acción contemplaba el incremento de la asistencia a los desplazados internos, entre otras, en la provincia de Benguela y las actividades principales comprendían: programas de cuidados de salud garantizando el funcionamiento de una red de puestos y centros de salud en el sur del país, construcción, rehabilitación y mantenimiento de los mismos; distribuciones alimentarias y no alimentarias; distribuciones de aperos de labranza, de semillas, de ropa, enseres, de medios de vida; actividades de prevención y sensibilización por el riesgo de minas antipersona; formación en preparación ante desastres.
Consecuencias de la guerra civil en Angola
Además había un componente de desarrollo de la Cruz Vermelha de Angola en todos los ámbitos y particularmente yo me empeñé en el que me correspondía que era el de Benguela y otras provincias del sur como Namibe, Huila y Cunene, así como del “empoderamiento” (proceso por el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, visión y protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos de las situaciones que viven) de su personal, tanto profesionalizado como voluntario.
Con este contexto, inicio mi largo viaje hasta mi destino final en Benguela el 13 de abril (Jueves Santo) de 1995.
Desde Madrid vuelo con la desaparecida compañía belga Sabena, a Bruselas, y desde allí a Luanda, haciendo escala en Kinshasa.
Una vez en Luanda, conozco a los que a partir de ese momento serán mis compañeros de equipo.
Destaco, entre otras, la presencia y liderazgo del finlandés Stefan Baumgatner así como del portugués Pedro Simöes y de la caboverdiana – portuguesa Eloisa da Cruz Lima . Posteriormente y entre otros se uniría, el francés Jean-Louis Gallo . Sin lugar a dudas, del personal “expatriado”, son las personas con los que he tenido más oportunidad de relacionarme, compartir y aprender.
La pena, es que ellos estaban basados en Luanda y a mí, aún me tocaba hacer el último tramo del viaje hasta mi destino final en Benguela.
Antes de partir hacia Benguela, me registro en la Embajada española, conozco al personal que trabaja para la misma, incluido el Embajador y me familiarizo con el funcionamiento de la “valija diplomática” que durante casi dos años fue mi principal y más fiable vía de comunicación con mi familia y amigos.
Certificado de Registro de Matrícula en la Embajada de España en Angola
Para ir a Benguela, la situación no resultaba fácil. La carretera que conducía de Luanda a Benguela, estaba cerrada por minas anti carro y minas anti persona, por lo que tuvimos que articular un plan “b” para llegar con el vehículo todoterreno 4×4 imprescindible para poder desplazarte por las vías y carreteras que también habían sufrido las consecuencias de la guerra.
Recorrido efectuado: Luanda – Namibe – Benguela
El plan b, consistía en tratar de llegar a Benguela en un buque carguero de contenedores. En el mismo buque, íbamos a trasladar varios contenedores con ayuda humanitaria y el mencionado vehículo. Después de varios días de espera, se confirma el viaje, pero, a la ciudad de Namibe (a 415 kilómetros de kilómetros al sur de Benguela).
Porto de Namibe (Angola)
La travesía en barco, nos llevó unas 36 horas, navegando prácticamente en paralelo a la rectilínea costa de Angola, en general, con buena mar y compartiendo esas dos jornadas con la tripulación portuguesa y angoleña del buque. Dado que el buque no admitía pasajeros, me tocó viajar en la enfermería del mismo.
Una vez en Namibe y efectuados todos los trámites de aduana, que a veces en Angola eran largos, tediosos y desesperantes, conseguimos recuperar nuestra carga y el vehículo que nos permitiría afrontar el último tramo del viaje.
Porto de Namibe (Angola)
En Namibe, tuve oportunidad de conocer a Simão Caquarta de la Cruz Vermelha de Angola, con el que trabajé intensa y eficazmente. La coordinación y la sintonía fue una tónica de nuestro trabajo. La mayor parte de las cosas que yo sé y aprendí en Angola se las debo a Simão. Desde ese momento y en los siguientes dos años sería mi sombra y yo la suya.
Desde Namibe, había dos opciones de viajar por carretera (bueno, mejor dicho por superficie, dado que durante cientos de kilómetros la carretera era inexistente) a Benguela, una era vía Lubango (Huila), y la otra era vía Bentiaba y Lucira.
Restos de material militar en la provincia de Benguela
Por la razón que fuera, nosotros elegimos la opción “corta”, una vez comprobado en la sede de Naciones Unidas (Misión de Verificación para Angola de Naciones Unidas – UNAVEM) que en las últimas horas / días no se habían registrado incidentes de seguridad. Este trayecto “más corto” supusieron otras 12 horas adicionales de viaje, en unas condiciones realmente duras y adversas. En ese último trayecto realmente aprendí sobre el terreno el significado de lo que significa conducir con un vehículo con tracción a las cuatro ruedas y la importancia de disponer del mismo.
Durante el recorrido se puede ver con toda su crudeza, algunas de las consecuencias de la guerra: edificios muy dañados, restos de material militar, tanques, minas anti carro y anti persona, etc. y hubo que sortear tramos de ríos, cuyos puentes se encontraban destruidos. Sin lugar a dudas, los restos visibles del reciente conflicto estaban demasiado a la vista.
Carreteras de Angola. Destrucción de puente como consecuencia de la guerra
Cada equis kilómetros (en los límites provinciales, en los accesos a puentes o a núcleos de población) te topabas con unos “controles de seguridad” de lo más variopinto, pero que había que tratar de superar con respeto y con mucha paciencia para no irritar a los vigilantes fuertemente armados, poco formados y deficientemente uniformados y de esta forma pasarlos sin mayores consecuencias para tu integridad ni de la carga que transportabas.
Control de carretera entre Benguela y Namibe
Tras varios días de tránsito y de adaptación en la vibrante y caótica ciudad de Luanda, por fin conseguí llegar al sur, a la ciudad de Benguela, la tercera ciudad más poblada del país y capital de la provincia del mismo nombre, una ciudad agradable, manejable y que durante casi dos años, sería mi ciudad de adopción. Una ciudad sin puerto, pero con vistas al mar en la que no era imprescindible el uso del vehículo para cualquier mínima gestión. Una ciudad bastante segura, teniendo en cuenta la situación de los alrededores y con un personal integrante de la Cruz Vermelha con mucha experiencia y mucha dedicación con el que desde el primer minuto me sentí realmente integrado.
En próximas entradas en este blog relataré el detalle y el día a día de mis cometidos en Angola y la realidad que allí me encontré de frente con la que sería la dura realidad que me esperaría durante los siguientes meses en mi vida.
Unos meses después de mi regreso de Angola, desde el periódico El País quisieron tomarme unas declaraciones sobre la vivencia para ilustrar un artículo sobre españoles que habíamos vivido en países en los que había minas anti persona. Esto es lo publicado.
Artículo en el periódico El País de 16 de agosto de 1998, sobre los españoles con experiencia en países con minas antipersona
Dado que la situación en la actualidad es muy distinta y bastante mejor, te dejo este enlace con el audio del Programa Nómadas por si quieres escuchar la narración.
Agradezco cualquier comentario, reflexión o punto de vista. Siempre respondo. También puedes suscribirte a este blog, para recibir automáticamente las notificaciones de futuras entradas.
Tal y como indicaba en mi entrada del pasado 3 de julio, pincha aquí, en la primavera de 1995, tras una intensa y concienzuda preparación de la mano del Director Ejecutivo del Departamento de Cooperación Internacional, Manuel Fernández Gómez, soy enviado por la Federación Internacional de Sociedades Nacionales de Cruz Roja y Media Luna Roja como Delegado de Socorros a Benguela (Angola).
El cometido en Angola, era proporcionar asistencia a los cientos de miles de desplazados angoleños, por causa de la guerra civil vivida. Había que proveer de asistencia humanitaria; distribuciones alimentarias; distribuciones de aperos de labranza, de semillas, de alimentos, de ropa, enseres, de medios de vida y garantizar el funcionamiento de una red de puestos y centros de salud en el sur del país. Además había un componente de desarrollo de la Sociedad Nacional en todos los ámbitos y particularmente yo me empeñé en el que me correspondía que era el de Benguela y otras provincias del sur como Namibe, Huila y Cunene, así como del “empoderamiento” de su personal, tanto profesionalizado como voluntario.
Mapa de Angola. Benguela situada en la costa, a unos 500 kilómetros al sur de Luanda.
La situación en Angola ni era de conflicto abierto ni de paz estable, por lo tanto todo era muy frágil, muy inseguro, muy débil y las consecuencias de aquel conflicto interno habían provocado cientos de miles de desplazados, que eran el objeto de atención de la Federación y de la Cruz Vermelha de Angola.
Durante ese periodo, tuve la oportunidad de recibir exclusivamente una visita desde España, se trató de la que hizo mi compañero y amigo, Javier Polo Brazo desde Sevilla. Javier era en aquel momento el Director de Recursos Humanos de la Cruz Roja de Sevilla, pero previamente habíamos compartido muchas vivencias en Cruz Roja Juventud.
Es verdad que la situación del país no estaba para muchas visitas. No había una guerra abierta, pero la situación tampoco era de paz estable. Por esa misma razón, agradecí más las semanas de visita que en la práctica para Javier, que iba de vacaciones, supusieron incorporarse a las largas jornadas de trabajo que teníamos en aquel momento.
Con esta entrada inauguro una sección de colaboradores invitados y a continuación el propio Javier, hace una reflexión de su estancia y visita a Angola.
Era el comienzo del verano de 1977, y particularmente para mi el final del curso. Creo que había acabado segundo de Bachillerato Unificado Polivalente (B.U.P.) y lo había aprobado todo (no con grandes notas, pero bueno, lo importante es que estaba todo aprobado) y tenía todo el verano para mi, para disfrutar.
Un amigo y compañero de estudios, Arturo Rodríguez Montegrifo, me habló de un curso de socorrismo en el que se había inscrito y me animó a que yo también me apuntara.
Al día siguiente, me dirigí a la oficina de Cruz Roja en Pontevedra y me inscribí.
Ese día, era la segunda vez que entraba en aquel edificio. La primera, había sido años atrás y me habían llevado a su dispensario para hacerme una primera cura de emergencia en mi dedo pulgar derecho tras el típico accidente infantil.
En los días siguientes se inició el Curso de Socorrismo en el que participé activamente. El que se impartía en aquellas fechas, era el del llamado “Sistema Multimedio”, que combinaba la exhibición de películas con distintos supuestos; conocimientos teóricos; y las prácticas muy detalladas y pormenorizadas de todo lo que se veía en aquellas películas norteamericanas dobladas al castellano con unos llamativos acentos latinoamericanos.
Justo al finalizar el curso, nos hablaron de la actividad de Cruz Roja en Pontevedra, que yo desconocía por completo y nos invitaron a unirnos y a participar como voluntarios.
Participantes en el Curso de Socorrismo Sistema Multimedio, Cruz Roja de Pontevedra. Junio 1977
Por primera vez me familiaricé con el concepto “Cruz Roja Juventud” y a los pocos días participaba en mi primera reunión con los responsables que nos explicaron las actividades que se pretendían poner en marcha en las semanas siguientes.
Una de las personas a las que recuerdo con más intensidad, es Fita Ferrer Rivas, en aquel momento la Directora de Cruz Roja Juventud y auténtica lider de aquel incipiente grupo.
Aprendí de la mano de Fita, la sentí cercana, me abrió puertas, viajé con ella y la sentí como una auténtica mentora.
En Pontevedra, una ciudad capital de provincia pequeña, de unos 70.000 habitantes, en aquel entonces había pocas posibilidades de participar activamente. Tengo que recordar que estábamos en plena Transición.
Plaza de la leña de Pontevedra
Que yo recuerde, apenas había dos organizaciones juveniles, por una parte la Organización Juvenil Española (O.J.E.) del Régimen que se estaba extinguiendo y algún grupo Scout.
Trolebús que circulaba haciendo las rutas entre Pontevedra y Marín o Pontevedra – Lérez – Alba
A mí, aquello de la Cruz Roja y de Cruz Roja Juventud me llamaba la atención y ese mismo verano, tras haberme formado como socorrista, empecé a colaborar como socorrista en diferentes servicios preventivos en playas, competiciones deportivas y como voluntario, participando en equipos para el alquiler de almohadillas en otros espectáculos como en la plaza de toros de Pontevedra.
Plaza de toros de Pontevedra
Ese verano de 1977 recuerdo que se me pasó volando. Fueron muchas y diferentes experiencias nuevas, conocer a otros jóvenes con unas ciertas inquietudes, participar como voluntario, formarme en cosas diferentes que no tenían nada que ver con lo que me habían enseñado en el Colegio o en el Instituto.
Carnet CRJ Pontevedra
De esta forma es como me inicié yo en Cruz Roja y particularmente en Cruz Roja Juventud. En próximas entradas, contaré mis siguientes pasos.